Había una vez un conejito que llegó a un bosque a comer deliciosas zanahorias. Caminó, caminó y caminó, pasó mucho tiempo pero no encontró ninguna.

En ese momento vio a un oso.

El conejito le preguntó al oso - ¿Sabes dónde hay zanahorias?

El oso le respondió que no lo sabía pero podía llevarlo a buscar deliciosas bayas  mejores que las zanahorias. El conejito no quería comer bayas y el oso se alejó. 

El conejito siguió caminando… Un lobo escuchó la conversación del conejito y el oso. El lobo le dijo al conejito que él sabía dónde había zanahorias y que lo podía llevar a buscarlas. El conejito estaba feliz así que siguió al lobo.

El lobo llevó al conejito a su casa. El conejito le preguntó al lobo por qué lo había llevado a su casa. El lobo le respondió porque él era su zanahoria.

El conejito estaba aterrorizado y dio media vuelta y corrió hacia el bosque, mientras corría pedía ayuda. El oso escuchó al conejito pidiendo ayuda y corrió hacia él. Cuando el lobo vio al oso, el lobo abandonó al conejito.        

El oso preguntó al conejito si quería probar las bayas. Pero el conejito seguía sin quererlas. El oso no tenía más idea que acompañar al conejito a buscar zanahorias.

 

Caminaron un rato y vieron una gran liebre delante. El conejito preguntó a la gran liebre si sabía dónde había zanahorias. La gran liebre le preguntó Por qué los conejos comían zanahorias. En el bosque había muchas bayas, las bayas son mejores que las zanahorias. El conejito no podía creer que eso era lo que decía la gran liebre. El oso le dio una baya al conejito. El conejito la comió y comenzó a llorar, se dio cuenta que había debido de escuchar al oso desde un principio.